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domingo, junio 01, 2008

Papel y plástico



Papel y plástico comenzó a gestarse el verano de 2006, desde el momento en que Oscar Lombana, un inquieto bilbaíno de la cosecha del 71, se puso a apuntar en una hoja todas las cosas que le traían recuerdos agradables. La lista terminó ocupando medio cuaderno, así que "unicamente" le quedaba ponerse a buscarlo todo. La ayuda de personas como María Boulandier, de la Librería Totem de Bilbao y Tomás Pla, del Museo de Juguetes de Sant Feliu de Guíxols, quienes le ahorraron un montón de vueltas dado que gran parte del material reflejado en el libro ha salido de sus colecciones, se sumó a su notable capacidad de encontrar el rastro del objeto perseguido y alcanzar así finalmente el brillo que atesoran las paginas de este volumen.

Solo para nostálgicos. El libro del que hablamos hoy no es para leerlo. Uno puede sentarse en su sillón de lectura, abrirlo por la primera pagina, y a los 20 minutos haberlo cerrado por la última y quedarse como un pasmarote mirando la pared.

No, papel y plástico es un libro para nostalgicos. Esto le supone una gran ventaja a la par que su mayor defecto. Todo aquel que haya nacido después de la decada de los 70 debería hacercarse a este documento con el mayor de los recelos. ¿Cual es el motivo de esto? Nos encontramos ante la enciclopedia de nuestra infancia. Y como bien es sabido, cada generación tiene la suya propia. Por lo que para disfrutar al máximo semejante experimento, es imprescindible pertenecer a la misma quinta que el autor, o por lo menos, andarse cerca.

Este es un libro para sentarse en el ya mencionado butacón, abrirlo por una pagina al azar, y disfrutar. Se trata de algo que debe contemplarse, no leerse. Pues el simple echo de mirar cualquiera de sus paginas nos trasladará a nuestra más tierna (o no tanto) infancia. Todos los elementos que no hayamos vivido de pequeños (por el simple hecho de haber nacido más tarde) serán paginas que pasemos sin más. Pero aquellas que de verdad nos recuerden algo, podrán tenernos atrapados durante horas mirando al infinito y recordando como eramos.

Quizás sea uno de los pocos libros que se puedan (o es más, que se deban) leer en compañía, ya que si es facil trasladarse a otro tiempo con el simple hecho de mirar sus fotografías, el poder compartir esa sensación con alguien más es una experiencia irrepetible.

En definitiva nos encontramos ante una lectura obligada para todos aquellos nacidos en los 70 y ya no tanto en los 80. Para todos aquellos nostalgicos que aún ponen en la televisión, antes de ir a trabajar los dibujos animados de la tele.

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