¿POR DONDE EMPIEZO?

martes, junio 08, 2010

Blancanieves y los siete enanitos

Ninguna película en la historia ha capturado el mundo de la fantasía como el primer largometraje animado de Walt Disney. Ahora con el asombroso formato Blu-Ray, tecnología de Alta Definición. Disfruta de este clásico atemporal presentado ¡más espectacular que nunca!

Con una vanguardista restauración de imagen digital, un mejorado sonido de Alta Definición Disney, una impresionante animación, emocionantes contenidos extra y la inolvidable música de la película Disney más aclamada de todos los tiempos. ¡Te cautivará como nunca antes!

Unete a la bella princesa Blancanieves en la huida de su envidiosa madrastra, la Reina, y en cómo conoce a un grupo de entrañables enanitos. En el momento en que Blancanieves cae bajo el hechizo de la Reina, sólo un beso de amor verdadero podrá salvarla.


Poco se puede decir de Blancanieves sin que se le llene la boca a uno. El primer largometraje animado de la historia del cine es importante por muchísimos elementos de mérito propio. Así que hoy no vamos a puntuar la película, sino la sobresaliente edición en Blu-Ray que ha hecho Disney. Con cosas como esta, es cuando uno se plantea si a la gigantesca empresa aún le quedan momentos de lucidez, de ese genio que impulsó a Walt Disney a realizar magia animada. Pudiendo dar a conocer el trabajo de compañeros más especializados, en esta ocasión la reseña que presento viene de la mano de Javier Gallén de la web Zona DVD a quien corresponde todo el mérito.

"Durante los primeros minutos de la película resulta difícil creer que estemos contemplando un trabajo realizado hace nada menos que siete décadas. La imagen se presenta limpia y definida, con colores vibrantes y una estabilidad perfecta que nos permite apreciar hasta los más mínimos detalles (y defectos) de la película.

Disney, como ya hiciera anteriormente con La Bella Durmiente y Pinocho, ha empleado un sofisticado software de limpieza digital que permite ir más allá del resultado ofrecido por lo que sería una "simple" restauración del negativo original. El resultado es sin lugar a dudas impactante, pero no está exento de efectos secundarios.

En primer lugar podemos observar un mayor detalle en los espacios que dejan libres los personajes al moverse y que desaparece rápidamente. Se trata de pequeños errores en el sistema de detección de movimiento del filtro que aplica una reducción de ruido a las zonas estáticas. Ésto nos revela que el detalle original de la imagen sin procesar era mayor, y que una fina estructura de grano estaba presente en la imagen. Por tanto, Disney ha preferido sacrificar algo de detalle y de ruido del material original a favor de una imagen más limpia.

En segundo lugar, encontramos una zona empastada alrededor de los personajes y que es un efecto colateral del filtro que minimiza las variaciones de color en las tintas planas y que perfila las líneas tratando de eliminar las irregularidades y variaciones en el color de las celdillas. Ésto es debido a que el filtro no distingue con precisión entre celdillas y fondo, produciéndose un desbordamiento del área de aplicación y por tanto un emborronamiento en las partes del fondo más próximas a los personajes. Pero más apreciable todavía es la posterización producida por el filtro en los propios personajes, que en ocasiones se muestra como cambios bruscos entre dos tonos de un mismo color dando una apariencia muy artificial.

Afortunadamente, todas estas técnicas de limpieza digital o "DNR selectivo" no eliminan la textura de los fondos, pero sí hacen desaparecer el grano en la práctica totalidad de la película. Tan solo algunos planos han logrado retener el grano original donde éste parece luchar contra el filtro, creando un extraño movimiento de "arenilla" como en el plano inicial de situación del castillo (2' 23'').

Podemos afirmar que éste blu-ray nos ha proporcionado la que sin duda ha sido la mejor experiencia de la película en un ambiente doméstico hasta la fecha. De hecho, todos los problemas mencionados se quedarían en meros apuntes anecdóticos de no ser porque durante el visionado de la película han resultado ser en ocasiones una molesta distracción.

Disney ha optado por ofrecer una imagen limpia y definida de su película más emblemática y tal vez ha sido pedir demasiado a un material de 1937. Desde luego el resultado no es deficiente, y en un televisor de alta definición de tamaño medio incluso logrará arrancar caras de asombro, pero desgraciadamente en una proyección la imagen se verá claramente ensuciada por los diversos defectos dejados por los filtros aplicados. De este modo, la espectacular persecución bajo una intensa lluvia por parte de los enanitos a la bruja se muestra como una secuencia demasiado complicada para los filtros aplicados, resultando en una multiplicación de los problemas antes mencionados, y que sorprendentemente no impiden dejar boquiabierto al más exigente.

Lo mejor es que toda esta serie de filtros no impiden que sigamos apreciando de vez en cuando la irregularidad del color en las tintas planas propia del original, así como pequeños defectos de suciedad o pequeños brillos en las celdillas que si bien podrían haber sido eliminados por completo. Nos alegramos de que permanezcan en mayor o menor medida, ya que en caso contrario hubieran dado lugar a una imagen mucho más aséptica y digital, sin olvidar que supondrían otra alteración del material original que añadir a la lista. Encontramos además innumerables planos con la imagen desenfocada, si bien ésto entraría también dentro de los problemas inherentes del antiguo material original en los que poco se ha podido hacer para minimizar el problema. Además, también encontramos algunos fotogramas con imagen doble (3' 50'') y que ya aparecían en ediciones anteriores (ver captura).

Blancanieves luce como nunca hasta ahora habíamos podido imaginar, y tal vez el error de Disney haya sido tratar de igualarla en calidad visual a una producción mucho más reciente y rodada en 70mm (Super Technirama) como lo fue La Bella Durmiente. Un imposible que ha pasado una leve, pero presente factura.

Partiendo del audio original en mono se ha confeccionado una pista en DTS-HD MA con una configuración de 7.1 canales.

Como era de esperar el resultado dista de ser espectacular y la direccionalidad es nula. En cambio se han aplicado diversos procesados que logran una cierta sensación estereofónica bastante agradable y que poco tiene que ver con los desastrosos resultados vistos en otras películas. De todos modos el uso del 7.1 es claramente innecesario y aquellos poseedores de una configuración 5.1 podrán estar tranquilos, ya que obtendrán la misma experiencia sonora.

No se han introducido nuevos efectos, ni se ha reemplazado ningún elemento presente en la mezcla original, siendo el único cambio destacable un refuerzo la parte de las bajas frecuencias realizado con gran acierto y que no se percibe como audio nuevo.

La fidelidad es limitada, pero excepcional para la antigüedad del material. Por otro lado, la legibilidad de los diálogos es notable y apenas se puede apreciar la entrada de un leve ruido de fondo cuando los personajes inician un diálogo.

Creemos que difícilmente se podría conseguir un audio mejor partiendo del material sonoro original, y ésta remasterización apenas supone una leve modificación del audio original con el único fin de hacer más agradable la escucha.

La única nota negativa vendría dada por la ausencia de la pista original monofónica que sí está presente en la edición americana y que sería la opción ideal para los más puristas.

Pese a que disponemos de dos doblajes en español, no se ha incluido el magnífico doblaje dirigido por Edmundo Santos en Méjico en 1964.

La pista en castellano corresponde a un doblaje realizado en 2002 y se presenta en un más que suficiente DTS 5.1 de rango completo. Mantiene idénticas características que la versión original e incluso las supera debido a la mayor calidad de los diálogos a costa, eso si, de una menor integración con el conjunto de la mezcla.

La pista en español latinoamericano corresponde a un doblaje realizado en 2001 que desgraciadamente queda muy lejos del añorado trabajo realizado en 1964. Curiosamente, se trata del único doblaje presentado en Dolby Digital con una generosa tasa de bits de 640kbps.

Dada la ausencia de el doblaje de Edmundo Santos, decantarse por uno u otro solo atiende a preferencias personales acerca del acento y los modismos empleados y no a la calidad interpretativa. Por tanto, y pese a que ambas son opciones perfectamente válidas, la ausencia del doblaje de 1964 nos hace recomendar la versión original como la mejor alternativa posible para ésta edición.

Estamos ante una completísima edición que además de presentar unos documentales interesantes y una cuidada navegación, atesora nada más y nada menos que ocho cortos clave en la historia de Disney y del mundo de la animación en general, presentados en alta definición y una calidad excelente (a excepción de "La Diosa de la Primavera" que parte de un master SD). Por si fuera poco, se incluye un tercer disco con la película en formato DVD.

Disney vuelve a deleitarnos con una cuidada edición que va más allá de la propia película y nos permite ahondar en un periodo clave de la historia de Disney, a través de documentales, galerías y una serie de cortometrajes de gran valor presentados con sumo cuidado y respeto pese a su condición de extras.

Audiovisualmente resulta espectacular, si bien los más puristas se pueden sentir decepcionados por un exceso de lustre que ha traído consigo algunos problemas. De cualquier modo, se trata de la mejor edición hasta la fecha del primer largometraje animado de la historia."

En definitiva, una edición obligatoria para cualquier poseedor de un reproductor Blu-Ray, ya no sólo por la importancia del filme que contiene sino por el impresionante trabajo a nivel de contenidos adicionales. Han elegido bien el nombre de la edición, y es que se trata de un verdadero diamante.

Kick-Ass

‘Kick-Ass’ gira en torno a Dave Lizewski (Aaron Johnson), un estudiante de instituto que pasa desapercibido por todos, aficionado a los cómics, de donde saca un día la idea de convertirse en un superhéroe, aunque no tenga superpoderes, no haya seguido un duro entrenamiento y ni siquiera tenga una significativa razón para ello. Pero la vida de Dave cambiará para siempre cuando se encuentre con un par de locos vigilantes -la terremoto de 11 años Hit Girl (Chloë Moretz) y su padre, Big Daddy (Nicolas Cage)- y forje amistad con otro joven luchador contra el crimen, Red Mist (Christopher Mintz-Plasse). Y cuando todos se tengan que enfrentar al jefe de la mafia local, Frank D'Amico (Mark Strong), sus alianzas y sus verdaderas habilidades serán puestas a prueba.

¿Qué tienen los superhéroes? Me refiero, aparte de capas y mallas... ¿Qué tienen los superhéroes, que gustan a todo el mundo? Ya no hablamos de que todo el mundo lea historietas de seres superpoderosos. Pero nadie le hace asco a ver una película de señores (o señoritas) embutidos en cuero y espandex. ¿Podría ser que todos hemos fantaseado alguna vez con volar, atravesar paredes o crear fuego? ¿Porqué entonces cada vez vemos más personajes carentes de habilidades "especiales"? ¿Es que todos llevamos dentro un pequeño fetichista que piensa secretamente en disfrazarse de fantoche? Una cosa está clara, el hombre ha de ser malo por naturaleza. Porque los atracadores de bancos llevan máscaras. Sin embargo, ningun buen samaritano ha salido a la calle para hacer el bien debajo de una capa.

Preguntas interesantes que llevaron a Mark Millar a hacer su penúltima gamberrada tebeística. Y algo tuvo que tener para que antes de estar terminada alguien diera luz verde al obligado proyecto cinematográfico. Y digo que algo tuvo que tener, porque no he disfrutado todavía del tebeo, pero después de ver la película poco voy a tardar en correr para hacerme con mi copia. Desconozco quién supera a quién. Pero el filme es una "cafrada" muy bien hecha (un poco más light que la obra de origen según tengo entendido). El pilar en el que se basa es el humor, pero el humor gamberro. Algo así como si Tarantino hubiera dirigido el crossover de Batman y Spiderman, me comentaba un compañero de butaca... y no iba muy desencaminado.

La película derrocha acidez y frescura por los cuatro costados. Desde los dialogos, a la banda sonora, pasando por las escenas de acción o incluso la fotografía o el vestuario. Es un cómic animado. A ello ayudan transiciones y efectos como flashbacks en forma de historieta animada, o cajones de narración en algún cambio de escena. Burra y cafre en su justa medida (quizás el exceso de sangre del tebeo no hubiera funcionado tan bien en un medio como el cine) proporciona diversión mostrandonos lo que pasaría si hicieramos aquello que todos nos hemos planteado alguna vez. Salir a la calle a dar cera a los malos.

Por descontar algun punto, quizás haya que incidir en que el doblaje no es del todo acertado, aunque la mayoría de los actores cumplen sin problemas. Mención especial para Hit-Girl, y perdida de puntos para Nicolas Cage (que cada vez me gusta menos). Sin embargo no empañan un conjunto más que notable. Por supuesto, un filme de estas características está salpicado de guiños al mundo de los superhéroes. Esas pequeñas bromas en las que uno cree reirse solo en la sala, para después darse cuenta de que otra persona, varias butacas por detrás, también ha compartido contigo ese momento no reservado para todo el mundo.

En definitiva, un muy buen producto que derrocha entretenimiento por los cuatro costados y que todos disfrutaran en mayor o menor medida. Seguro que si a la salida regalaran disfraces de superhéroe, más de uno se daba una vuelta por la noche por su barrio arriesgandose a que le acaricien la cara.

martes, junio 01, 2010

Robin Hood

Inglaterra, siglo XIII. Robin Longstride (Russell Crowe), un magnífico arquero al servicio del rey Ricardo Corazón de León (Danny Huston), vuelve de las cruzadas en tierra santa saqueando poblados mientras lucha contra las tropas francesas. Cuando Ricardo muere bajo una fecha francesa, Robin se traslada a Nottingham con el objetivo de cumplir una promesa que hizo a Sir Robert Loxley (Douglas Hodge) antes de morir: devolver una espada a su padre, Sir Walter Loxley (Max Von Sydow). Allí conoce a lady Marion (Cate Blanchett), su viuda, una mujer con carácter. Mientras tanto, en un país debilitado por una larga guerra, regido por Juan (Oscar Isaac), un rey débil y poco eficaz, contra las rebeliones internas y las amenazas externas maquinadas por el pérfido Godfrey (Mark Strong), Robin y sus hombres se dejan llevar hacia una aventura mayor: deciden ayudar a impedir que el país caiga irremediablemente en una sangrienta guerra civil, y devolver la gloria a Inglaterra.

Y es que cuando uno se deja aconsejar por quien debe, lo que a priori no levantaba ninguna expectativa, puede llegar a dejar muy buen sabor de boca. El lector de este blog sabrá que la norma general es dejar aqui escritas mis propias impresiones evitando parafrasear a nadie. No obstante, cuando mi pensamiento coincide de semejante forma con otro blogger (nuevamente vuelve a ser Rafa Marín) no puedo hacer otra cosa que dejar aqui repetido lo que ya expusiera él en su propio terreno (CRISEI). A fin de cuentas, hay todo un abismo en la calidad de escritura de ambos.

"La figura de Robin el Encapuchado se pierde en la noche de los tiempos. El siglo veinte y lo que de él heredamos lo conoce gracias a la reinterpretación romántica y la visión de Hollywood que lo enclava por fin en un periodo concreto y lo convierte en un tipo en mallas, el primer guerrillero forestal de la historia. Alegre, vital, rebelde y acrobático. Cualquier revisión que se ha hecho en el cine viene lastrada por la imagen que esbozó Douglas Fairbanks y llevó a su cenit Errol Flynn. Sean Connery lo mostró calvo y viejo, Walt Disney ensayó una visión con animalitos, Kevin Costner lo convirtió en epígono de John F. Kennedy, y hasta ahora (para mí) es la serie televisiva "Robin of Sherwood" la que mejor refleja la rebeldía y el anarquismo intrínseco del personaje.

Ahora Ridley Scott nos muestra su versión. Una versión que no parte de la leyenda, sino de la historia. El naturalismo es la evolución del realismo, no del romanticismo, y por eso nos cuesta tanto trabajo ver cómo un héroe romántico se ensucia, sangra, y nos muestra una Edad Media que no tiene las luces ni las texturas de las visiones pre-rafaelitas.

Scott, un cineasta que nunca ha superado el listón que él mismo plantó con sus tres primeras películas (y que tiene un hermano menor que, para muchos, lo ha superado ampliamente) coge la figura del héroe rebelde y la cuenta como si fuera nueva. Es decir, no nos cuenta la historia de siempre, sino que hace girar su relato en torno a la firma (y luego renuncia) de la Carta Magna por el rey Juan; o sea, eso que los ingleses tienen todavía como simulacro de Constitución. Mezclar ese momento histórico con la leyenda del arquero, y hacer que ese arquero sea a su vez hijo de cantero (es decir, masón, y quizá un guiño a Los pilares de la Tierra) y esté en el meollo del asunto se complementa con una jugosa visión contemporánea en estos tiempos de crisis, subidas de impuestos y causantes de la crisis que escapan tan de rositas como los reyes y nobles que en esta historia diezman al pueblo.

La película es larga y sin embargo se hace corta. Y se hace corta porque te quedas con ganas de más: si me anuncian que es el principio de una trilogía, o que se está preparando una segunda parte (que de momento parece que no), yo reservaría ahora mismo mi asiento en el cine. Scott nos muestra un héroe cansado y harto de guerras, un Ulises que vuelve a una Itaca que no es suya, donde una Penélope que no es suya atiende lo que le queda de honor y de tierras. El personaje de Russel Crowe se llama Robin Longstride, quizá para dejar claro de dónde viene Aragorn, y con cierta retranca y cierta sabiduría narrativa el director y sus guionistas son capaces de unir los dos orígenes del personaje, el noble y el popular, como ya hiciera la mencionada Robin de Sherwood, en un juego de usurpación de personalidades que recuerda aquella vieja película de Alan Ladd, Marcado a fuego, y a Sommersby. Que Crowe podría interpretar con los ojos cerrados a Ulises me parece casi un punto obligatorio en su carrera.

Se agradece que la película no vuelva a contar el enésimo enfrentamiento con Little John en el tronco y con los palos, y que presente a sus compañeros Alan-a-Dayle, Will Scarlett y el mismo Friar Tuck sin incidir en quiénes son y en cuál es su leyenda. Este Robin es pícaro sin ser histriónico, valiente sin ser temerario, sabio sin tener que fruncir el ceño. Y encuentra a la Marion ideal, la Marion perfecta, encarnada por una Cate Blanchett independiente y aguerrida, una noble de segunda fila no muy distinta del pueblo con el que se confunde. El juego de roces y caricias interrumpidas entre Robin y Marian es lo mejor de la película.

Casi como si fuera un Robin año cero, la película casi esquiva el personaje del sheriff de Nottingham, igual que prescinde de la figura redentora de Ricardo Corazón de León, mostrado aquí como un rey guerrero y estúpido que muere en batalla (espectacular, por cierto) en los primeros minutos. Hollywood ha mitificado demasiado la figura de un mal rey que ni siquiera hablaba inglés (era francés a todos los efectos) y que en realidad no estuvo en Inglaterra más que once meses, contando todos los días en que pisó la isla. La visión que da la película de la monarquía, la iglesia y la nobleza, sin ser revolucionaria, se aleja de lo que hemos visto en otras ocasiones: Leonor de Aquitania (sabiamente acompañada por una lechuza) o William Marshall (sobriamente interpretado por William Hurt, un actor que merece mejor suerte y más reconocimiento del que tiene) tienen el contrapunto de los reyes jóvenes, Juan el inglés y Felipe el francés, que prepara un desembarco inverso de Normandía que bebe, y mucho, de Salvar al soldado Ryan. El malo remalo es un tal Godfried, interpretado por un Mark Strong que está aquí bastante mejor que en Sherlock Holmes, y a quien Marvel Productions debería contratar pero que ya para interpretar al Basilisco.

No es una película perfecta, en tanto las batallas cuerpo a cuerpo son borrosas, parece un pelín cobarde indicar que los recaudadores de impuestos son invasores franceses y no los hombres del rey, y en el fondo te quedas con ganas de que se incida en el tono alternativo y anarquista de Robin y sus hombres en Sherwood. Pero es una buena película historicista, con una buena banda sonora (la pega, que cuando canta Alan no es traducido siempre), y que me revalida en mi teoría de que Ridley Scott, como ya dejara entrever en El reino de los cielos, es fan de Prince Valiant: busquen ustedes los dos o tres guiños que hay al personaje y disfrutarán de lo lindo.

Se agradece que, para variar, alguien demuestre que Robin Hood tiene más de una historia que pueda ser contada."

En definitiva, una buena película, que si bien no se convertirá en obligatoria de nadie, permite pasar un buen rato en la butaca. Y sobre todo, no repite una fórmula ya manida.